Muerte de un ciclista – reseña
Muerte de un ciclista es una obra rodada en 1955 que resultó ser tanto éxito que en el mismo año durante Festival Internacional de Cine de Cannes ganó el premio FIPRESCI. Es una producción creada en colaboración hispano-italiana que podemos calificar como drama. La película fue dirigida por Juan Antonio Bardem, autor de obras como Calle Mayor o El puente que también escribió el guión. En la pantalla podemos ver a los actores muy reconocidos hoy en día: Lucía Bosé, Alberto Closas y Carlos Casaravilla. Este último trabajó mucho con Bardem y gracias a él firmó sus mejores interpretaciones.
Como nos indica el título, la película trata de un accidente que tuvo lugar algún día cuando los amantes llegando a Madrid atropellaron a un ciclista. Pero no es el tema principal, es más bien una manera de comenzar la acción. Después este accidente provoca otros problemas más absorbentes. Con el desarrollo de acción podemos observar diferentes incertidumbres de los personajes que finalmente se resuelven en el final sorprendente que no es en absoluto satisfactorio ya que le queda a un espectador con nuevos dilemas con los cuales tiene que lidiar por sí mismo.
El activo más significante, en mi opinión, es la intriga y la manera de su desarrollo. El director decide que el espectador va a saber tanto como María José y Juan Fernandez por eso tampoco sabemos de qué habla Rafa concretamente (hasta la reunión), solo podemos suponer qué vio y que va a hacer con este conocimiento. Esta decisión tiene un impacto muy bueno para crear la tensión en las relaciones entre personajes. No solo los amantes se sienten inseguros, porque nosotros también vamos preocupandonos e incluso queremos ayudarles en cualquier modo aunque lo que hicieron es moralmente reprobable. Hay que mencionar que en esta obra todos los acontecimientos tienen su papel. Primero, nos puede parecer que por ejemplo la escena del exámen cuando Matilde lo suspende es secundaria, sin ninguna influencia al desarrollo de la acción. Está lejos de la verdad. Todo pasa por alguna razón y este acontecimiento que parece inútil para la historia luego juega papel importante para las motivaciones y decisiones de Juan Fernandez.
Tenemos que tener en cuenta que esa intriga sí que sirve para nuestro entretenimiento, pero tiene también un significado más importante. Nos obliga a hacer preguntas incómodas. ¿Cómo nos comportaríamos en esa situación? ¿Aunque nadie vio lo que había pasado, deberíamos reconocer nuestra culpa y asumir la responsabilidad? Hipotéticamente, las respuestas serán fáciles. Pero en realidad nada es tan cierto. Por eso las circunstancias nos obligan a que reconsideremos nuestra jerarquía moral. Junto con los protagonistas reflexionamos que es más importante. ¿La verdad o mantener la apariencia? Es un problema irritable y cuando nos parece que ya conocemos la respuesta y debemos seguir con la decisión de Juan Fernandez, aparece otra perspectiva, la de María José. Finalmente, estamos tan confundidos que ya no estamos seguro de nada. Por si fuera poco, el director nos sirve el final totalmente inesperado. En mi opinión no es que Bardem nos diga que lo que se da, se recibe, sino que hace un comentario sobre la humanidad. El altruismo no existe, pero no es nada ni malo, ni bueno. Simplemente somos así.
En cuanto a las interpretaciones de actores, tengo sentimientos contrapuestos. Por un lado, actúan fenomenal. Sobre todo pienso en Carlos Casaravilla en el papel de Rafa, que sin problema se convierte en villano que chantajea (“Una palabra fea. Ni siquiera es castellano” – como responde a María José) a los amantes. Es inteligente y cruel, nos intranquiliza tan como a los personajes que demuestra una interpretación genial. Otros actores también actúan muy bien, pero hay momentos en los cuales su interpretación parece exagerada, demasiado patética. No obstante, no son momentos muy frecuentes y si tuviera que resumir la actuación en toda le película, diría que fue de alto nivel. Soy consciente de que en los años cincuenta se interpretaba un poco diferente que se suele hacer actualmente.
La última cosa que me gustaría comentar es el trabajo de personas responsables por todo lo visual. Muerte de un ciclista es una obra que consiste en muchos fotogramas maravillosos. La historia está presentada en blanco y negro que ayuda en crear un clima adecuado para hablar de cosas sombrías. La cámara nos hace posible observar la acción desde muchas perspectivas y su trabajo depende de lo cómo quiera influir en los sentimientos de los espectadores. Es un componente significante en la percepción de toda la obra, aunque no siempre nos damos cuenta de este hecho.
Al fin y al cabo, recomiendo ver Muerte de un ciclista a todas las personas que buscan una película emocionante, absorbente y simplemente interesante. Es la historia que mantendremos en la memoria y a la que se quiere volver.
La torre de los siete jorobados – reseña
La torre de los siete jorobados es una película rodada en el año 1944 por Edgar Neville. Fue creada en base a una novela del escritor Emilio Carrere con el mismo título. No es fácil determinar su género ya que aparecen muchos motivos diferentes que pueden indicar a la película negra, fantástica e incluso de terror. Según algunas fuentes podemos considerarla como precursora del fenómeno en cine español que tendrá lugar desde los años 60 (!) denominado el cine fantaterror. En la pantalla podemos observar a actores como Antonio Casal, Isabel de Pomés o Guillermo Marín.
Lo que querría comentar en primer lugar es el decorado y todos los componentes que contribuyen a la atmósfera maravillosa de esta obra. No me parece que exagere si digo que es una película que puede satisfacer con solo mirar a las siguientes escenas, sin analizarlas, descubrir sus sentido, como si fuera una muestra de cuadros. Por esta razón La torre de los siete jorobados provoca asociaciones con las más significantes obras del cine alemán de los años 20. como por ejemplo Metrópolis (1927, Lang) o El gabinete del doctor Caligari (1920, Wiene). Mi otra asociación es con las películas de Segundo Chomón. La obra reseñada y las que he enumerado las una, en mi opinión, préstamo del estilo gótico. En la producción de Neville podemos notarlo en algunos ejemplos: aparecen los fantasmas que participan en la acción (Don Robinsón de Mantua), la “deformación” de los personajes (la joroba) que los obliga para vivir en lugar oscuro y sombrío asimismo mantenerse al margen de la vida “normal” (la ciudad y torre debajo de la tierra del título) y por fin omnipresente maldad que se manifesta en elección de personajes (ladrones, atacantes y asesinatos). Todo eso provoca en un espectador el sentimiento de terror.
Hay que también destacar la manera de desarrollar la intriga. Aunque el fin puede parecer un poco predecible a medida que vemos lo que ocurre, según mi opinión la posibilidad de seguir la acción y descubrir cada vez más nos ofrece mucho entretenimiento. Su desarrollo está perfectamente planeado de esta manera para que se mantenga por todo el tiempo el interés del espectador; ni demasiado lento, ni rápido. Aparece solo una desventaja que ensombrece la película. Desde mi punto de vista La torre de siete jorobados mantiene muchos motivos antisemitas. La actividad de judíos en España en esta película tiene solo malas relaciones, ellos son los que fundaron ciudad subterranea, son considerados como orígen de toda maldad. Este planeamiento hoy en día es por supuesto impensable. Esto siempre trae consecuencias negativas e incertidumbres en cuanto a valorización de cualquier obra, pero es un problema que hasta ahora no he resuelto, por eso solo lo menciono.
Al tener todo en cuenta, opino que La torre de siete jorobados dirigida por Edgar Neville no sin razón está considerada como película de culto. Es pura vanguardia, terror y película negra. Por eso me parece que toda la gente interesada en la historia del cine español debería verla. No obstante, las personas que buscan películas solo para entretenerse también estarán contentas.
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